EL CACHONDEO DEL EMPLEO
El asunto está muy feo
en el tema del empleo,
así que a pensar me pongo
y estas ofertas propongo,
que por lo visto en España
el éxito es del que engaña:
El de corazón amargo,
que trabaje en el embargo;
los empollones con gafas,
al tema de las estafas,
y el charlatán que es un fistro
pecador será ministro,
que está claro que mangante
rima bien con gobernante.
Todo aquel que sea un inútil,
a ese Senado tan fútil.
Quien no haga nada de balde,
será ególatra y alcalde,
pero si es mujer (¡sí, ésa!)
la pondremos de alcaldesa.
¿Vano, huero e insolente?
Está claro: ¡presidente!
¿Un esclavo del dinero?
¡Mafioso! (es decir, ¡banquero!)
El de cerebro raquítico
triunfará como político.
Si eres crüel y eres diestro,
¡a matar toros, maestro!
Y el consejero autonómico,
de bufón, farsante o cómico.
El que le guste el marisco,
pues que trabaje en el fisco.
Y aquél que trabajo busca,
de santo, si no se ofusca.
El que curre de informático,
que haga un informe simpático;
y si en el mundo es pintor,
que nos lo pinte de amor.
Quien se estanque, de estanquero;
quien sea libre, de librero;
de ingeniero, el ingenioso;
de celador, el celoso;
de cura, aquél que se cure,
y el que no, que lo procure...
El parado que sea majo,
que encuentre pronto trabajo,
y el que no se porte bien,
pues que lo encuentre también...
Y aquí termino estos versos
de los trabajos diversos,
ya me voy con mis principios
y mis fines y mis ripios,
colorado, colorín,
¡porque todo tiene un fin!
Curro Pocoyó
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